El curriculum de un genio
Por Eduardo Rosser Vasserot
En 1482, Leonardo da Vinci deseaba ser contratado por Ludovico el Moro, entre otras cosas, para tener la oportunidad de realizar un monumento ecuestre en Milán en honor de Francesco Sforza. Con ese objetivo, Leonardo decidió enviar su “curriculum” a Ludovico. Conocemos esa carta de solicitud de empleo a través de los escritos del Códice Atlántico, conservado en la Biblioteca Ambrosiana de Milán.
La carta de Leonardo a Ludovico no tiene desperdicio. Y demuestra que Leonardo también era un maestro en el manejo de la psicología humana. Leonardo sabe que lo que le preocupaba en ese momento a Ludovico era el peligro de un asedio a Milán por parte de los franceses. Con esa idea escribe su carta de colocación. Y orienta el texto no a “vender” sus variados talentos artísticos, sino a demostrar machaconamente que puede ser muy útil a Ludovico en aquello que ahora más le preocupa, la defensa militar de Milán.
El primer párrafo de la carta ya va directo al grano, y Leonardo se encarga no solo de “vender” su mercancía, sino de descartar la de la competencia:“Habiendo constatado que todos los que afirman ser inventores de instrumentos bélicos innovadores, en realidad no han creado nada nuevo, yo revelaré a vuestra excelencia mis secretos en este campo y los pondré en práctica cuando sea necesario”
En el segundo párrafo, ya esperaríamos que Leonardo hablase un poco de sus variados talentos como artista. Pero no, él sabe lo que le interesa a Ludovico y prosigue: “Estoy en condiciones de crear puentes, robustos pero manejables, ya sea para atacar al enemigo o para librarse de él; y puentes para usar en la batalla, capaces de resistir el fuego, fáciles de montar y desmontar; y sé como quemar los de los enemigos.”
¿Cita el escultórico? ¿Se centra en los conocimientos de perspectiva o en el arte de la sfumatura? Aún no, porque en el tercer párrafo continua Leonardo: “En caso de asedio, sé como eliminar el agua de los fosos y sé cómo crear máquinas de asedio adaptadas a cualquier situación…”
Y así sucesivamente. En esta misma tónica belicista y pragmática continúa la carta/curriculum del gran Leonardo. Solo al cabo de nueve párrafos dedicados hábilmente a “ponerle los dientes largos” a Ludovico con toda clase de supuestos ingenios bélicos (la mayoría de ellos totalmente irrealizables), se centrará Leonardo en lo que de verdad le interesa él, y declarará que “además está en condiciones de satisfacer cualquier petición en el campo de la arquitectura, la escultura y la pintura”.
Y sólo entonces hace referencia al proyecto de un monumento ecuestre, que es lo único que a él le importa en ese momento de su vida.
Una demostración por lo tanto de un principio universal de la psicología humana: transgredido muy a menudo por negociadores y aspirantes a empleo: si queremos que nuestro interlocutor nos preste atención y decida adecuadamente, debemos de hablarle sólo de lo que a él le interesa, ni un minuto de lo que nos interesa a nosotros mismos.
Finalmente, la carta/curriculum de Leonardo concluye con otro toque maestro. El genio le propone a Ludovico lo que en términos actuales llamaríamos una demo o una oferta de “trial” encaminada a desmontar una objeción.
En el último párrafo de la carta le dice:“Si las cosas que propongo hacer le parecen imposibles o irrealizables, estoy dispuesto a realizar una prueba en el lugar que vuestra excelencia designe.”
Un curioso “curriculum” para inspirar a cualquiera que desee escribir cartas de solicitud de empleo o vender con posibilidades de éxito. En este caso, Leonardo fue inmediatamente contratado… Aunque ninguno de sus ingenios sirvió lo más mínimo para evitar o demorar la conquista de Milán por los franceses, pero sí para erigir el monumento ecuestre que el perseguía.
EDUARDO ROSSER VASSEROT Sociólogo, postgrado en RRHH, y orientador laboral. Consultor, formador en Rosser Management https://eduardorosser.wordpress.com/about/ http://es.linkedin.com/pub/eduardo-rosser/3b/353/211