¿Acabarán conmigo las preocupaciones de mi empresa?
Por David Carrascosa Mendoza
Vivimos tiempos difíciles, gestionar una empresa y en especial una PYME es una cuesta arriba aparentemente insuperable. Son tantas las preocupaciones que se generan que llegan a amargarnos la vida dentro y fuera del negocio. Afortunadamente existen fórmulas reales para dominar a las preocupaciones.
Las preocupaciones sin control son el más duro enemigo para la supervivencia de una empresa y de las personas, van minando los ánimos y consiguen que veamos todo mas complicado de lo que es y mucho más difícil de solucionar, por no decir imposible. Los cobros de clientes morosos, la caída de ventas, la reducción de márgenes comerciales, la subida de impuestos innegociables, las facturas que se acumulan, etc. Todo ello nos quita el sueño, nos desordena la alimentación (por exceso o defecto), nos puede llegar ha hacer enfermar con depresiones o irritabilidad que vamos pagando con el primero que encontramos, incluso y en mayor medida, con nuestros seres más queridos. Es una lucha que aquí, les mostraré como ganarla para siempre.
Cuando recibí el encargo de desarrollar esta sección pensé en escribir acerca de mi especialización: las estrategias comerciales y la optimización de recursos empresariales. Pero después y apoyado en la experiencia consideré que, por ilustrarlo con un símil, primero debía instalar el Antivirus o de lo contrario no funcionaría bien ningún programa, porque el virus de la preocupación es el mayor enemigo para el éxito de cualquier proyecto.
Lo primero que debemos hacer es saber distinguir y separar el problema de la preocupación que nos genera ese problema. Algo evidente a la vista que en la práctica no lo es tanto. Lo más habitual es que la preocupación se ancle al problema y nos impida ver la solución. Para lograr esto debemos hacer que cada día sea hermético con relación a los anteriores y siguientes. Cada día nos dedicaremos a hoy en exclusiva, claro está que hoy puede incluir consecuencias de ayer, pero también incluye las acciones para las mejorías de mañana. Hoy vivimos las consecuencias del pasado, pero hoy comenzamos a crear nuestro futuro. De niños decimos «cuando sea mayor…» después decimos «cuando me case…» luego continuamos «cuando me jubile…» y al final, cuando nos jubilemos y miremos atrás, parecerá correr un viento frío por un páramo desolado. No esperemos a que sea tarde para aprender que la vida consiste en vivir, cada día y cada hora.
Después desmenuce lo que le preocupa en partes tan pequeñas como sea posible, no permita que las partes se conviertan en el todo. Conversación habitual: -¿Cómo va la cosa? -buff, ¡esto es una ruina!. Localice el origen de cada problema. Analice la situación de forma valiente y honrada consigo mismo e imagine lo peor que puede suceder como consecuencia del problema. Después de imaginarse lo peor que pudiera suceder, mire fríamente hacia ello y acéptelo si resulta necesario, como si ya hubiese sucedido. Esto no es fácil pero es necesario. Ahora con calma, dedique su tiempo y energías a mejorar todo lo posible y buscar soluciones a lo que ya está aceptado mentalmente. Vera desaparecer la angustia y disfrutará de hoy, porque sabrá que está cambiando lo que parecía inevitable.
Recuerde que las preocupaciones le harán pagar con cosas que el dinero no puede comprar, como son la salud y la felicidad diaria.
Cuando analice el problema considere todos los hechos. Llegue a una decisión, y después de tomarla, ¡actúe!. Le recomiendo que ponga por escrito la siguientes preguntas y también sus respuestas. A: ¿Cuál es el problema en sí mismo? B: ¿Cuáles son las causas del problema? C: ¿Cuáles son las posibles soluciones? D: ¿Cuál es la mejor solución de todas?. Una vez decidida la solución comience a ejecutarla de forma constante y sin perderla de vista.
En resumen, para acabar con las preocupaciones antes de que ellas acaben con nosotros, apliquemos las seis reglas de oro:
1ª regla: No deje espacio a la preocupación manteniéndose ocupado. La actividad es el remedio más eficaz para mantener sana la mente.
2ª regla: No se altere por pequeñeces, no permita que cosas insignificantes metidas en la centrifugadora destruyan su felicidad.
3ª regla: Utilice la ley de promedios. Pregúntese: ¿Cuales son las probabilidades reales de que lo que me preocupa ocurra?
4ª regla: Acepte lo inevitable. Si algo es imposible cambiarlo dígase: «Esto es así» y comience desde ese punto a mejorar.
5ª regla: Marque un «Tope de pérdidas» y decida que grado de atención se merece un asunto y no le dedique una atención mayor.
6ª regla: Deje el pasado con sus equivocaciones en el pasado. «No trate de moler la harina, muela el nuevo trigo».
Analista de estrategia mercantil, escritor y articulísta.
El método CLAVE®
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